El objetivo y el plan
Recuerdo que Liliana siempre había sido expresiva conmigo sobre la importancia para ella de ciertos detalles. En aquel momento, por mi parte, ya había decidido que era momento de formalizar nuestra relación de casi diez años a la vez era un pendiente importante que había postergado y ya tenía que ponerle fecha. Esta decisión coincidió con la planificación de nuestro cuarto viaje a Europa, no había mejor momento para poner en acción un plan. Recuerdo haber pensado en varios lugares que podrían ser el escenario perfecto para ese momento y luego de ver un documental del Alcázar de Segovia, la decisión estaba tomada. Sin duda sería algo mágico, era uno de los castillos que inspiró el famoso emblema de Disney y a esto sumaba toda la historia que tenía esta edificación que entre otros sucesos, había sido testigo de casamientos de varios personajes de la realeza en algún momento de la historia.
Cambio de plan
Recuerdo que Liliana, a poco menos de dos semanas antes de salir a nuestra aventura aprovechó un momento de tertulia para decirme que elimináramos a Segovia de nuestro plan de viaje por lo atropellado que podría ser ya que íbamos a estar en Madrid poco más de dos días y quería aprovecharlos sin salir a de la ciudad.
En el fondo sabía que sería lo más prudente pero este cambio dañaría mi plan de compromiso en un escenario de ensueño… Me quedaba en cero y esto amenazaba con seguir postergando este pendiente importante a la vez que dejaba pasar otra oportunidad por tercera ocasión. La primera la había dejado unos meses antes en nuestra playa favorita en Curacao y luego en nuestra primera visita a la península de Yucatán juntos.
La adaptación
No soy de la mentalidad de dejar las cosas para después así que me di a la tarea de pensar en otras alternativas, pasé días pensando y nada que me satisficiera me llegó a la mente. Aunque sí recordé que Madrid era un lugar muy importante para ambos pues fue dónde conocimos Europa por primera vez, dónde aprendimos a deslumbramos con palacios, jardines, parques, arquitectura medieval y donde descubrimos nuestra experiencia gastronómica preferida. En fin, aunque íbamos a Galicia y resultó que también Asturias el set del compromiso iba a ser Madrid, en algún lugar no definido.
La búsqueda del "momentum"
Un par de días antes de salir España tenía dos opciones en mente, los jardines del Palacio Real o en el Palacio Debod… Llegó el día de salir, la noche antes mientras terminaba las maletas había guardado tan bien el anillo de compromiso en el apartamento que no lo encontraba, pero eso es otra historia. En fin, el viaje se dio sin contratiempos, no tenía día ni hora para el momento sorpresa pero sabía que tenía que identificar el lugar exacto en el momento apropiado. Al bajarnos del metro en Madrid cerca del hotel, las aceras y vías estaban intransitables, casi todos los locales caminaban además de con entusiasmo, con una bandera de España cargada, habían protesta masivas en todo el centro de Madrid de ciudadanos contra el proyecto de amnistiar a los independentistas catalanes, sin duda, ante ese escenario resultaba complicado conseguir el “momentum”. Recuerdo que esa noche aunque un poco más tranquila no me brindó escenario perfecto para concretar mi plan aunque sí fue mágica pues era la primera vez que pasaba unas navidades fuera de Puerto Rico y la decoración navideña en Madrid sin duda era de película.
Llegó el día
A la mañana siguiente una vez desayunados partimos caminando al Palacio Debod, era nuestra primera visita a este lugar, yo iba preparado con el anillo en mi abrigo, un escrito que hice en el iPhone durante el vuelo, además de trípode, cámara y micrófono para inmortalizar el momento.
Una vez llegamos a la cima de la montaña donde se sitúa el palacio, pudimos disfrutar de la luz tenue de la mañana de invierno que arropaba el palacio y sus alrededores, una experiencia muy agradable a la vista y los sentidos. Allí pudimos leer alguna información relevante del Debod y admirarlo. A pesar de esto, la cantidad de turistas, los grupos de niños y las obras de mantenimiento y ornato que se llevaban a cabo en el área, no me convencían de haber encontrado el lugar correcto. Era casi mediodía y a primera hora del siguiente día partiríamos a La Coruña por lo que estaba corto de tiempo.
Decidí que era momento de irnos a los jardines del Palacio Real a buscar mejor suerte mientras Lili estaba ajena por completo a mi plan. Así que de salida recorrimos el lateral del Debod y seguimos unas veredas que nos llevaron a la parte trasera del Palacio donde sin darnos cuenta entramos a un parque llamado “El Parque de la Montaña” lugar no planeado y desconocido para nosotros, en poco tiempo llegamos a un mirador con una vista preciosa al centro de Madrid donde predominaba en los primeros planos la vista al Palacio Real y a la Catedral Santa Maria La Real de Almudena. A nuestras espaldas quedaba un espacio abierto de césped con una alfombra de hojas secas muy características de la flora europea. A pesar de que habían unas pocas personas en el área, era evidente que cada quien estaba en su mundo. Mientras iba haciendo este análisis del área tomamos una fotos aprovechando el paisaje y una vez terminadas invité a Lili a un área menos expuesta del césped. Recuerdo que le pedí que se sentara en el suelo en lo que acomodaba la cámara, ella de momento pensó que iba a grabar algún contenido para la agencia de viajes que teníamos planificado abrir en los siguientes meses así que espero con paciencia a que yo acomodara todo, incluyendo los micrófonos y luego buscáramos un buen encuadre frente a la cámara. Lili estaba un poco nerviosa y apenada porque no le gusta aparecer frente a cámara además que no sabía que tendría que hablar o hacer según mi plan. Así que le pedí que se calmara y que simplemente fluyera.
El "momentum"
Una vez todo listo con mi celular en mano, ambos frente a cámara, abrí mi escrito y se lo pase a Liliana solicitando amablemente que lo leyera en voz alta. Durante más de la mitad de la lectura de mi escrito que hacía referencia a promesas cumplidas, viajes realizados juntos y metas alcanzadas Lili no logró descifrar lo que estaba por ocurrir, de momento lucía hasta un poco confundida pero casi al final de la lectura me agaché y vino la famosa pregunta que la hizo caer en tiempo cuando la leyó “¿Te quieres casar conmigo? ”En ese momento vi como los ojos le brillaban y pude notar un mar de alegría en su expresión, fue en realidad un momento muy lindo y emocionante para ambos. Unos segundos después mientras se reía de nervios me dijo que sí, acto seguido coloqué el anillo en su dedo equivocado, otra risa espontánea brotó de ambos y ya al segundo intento acerté para luego fundirnos en un fuerte abrazo donde las lágrimas y las sonrisas de ilusión no estuvieron ausentes.
Había sido todo un éxito y después de tanta planificación la espontaneidad afloró y para bien. Este momento sin duda se convirtió en uno de esos momentos memorables para toda nuestra historia de vida. Ahora Madrid tenía un nuevo significado para nosotros en adelante.
La creación de memorias
De la misma manera que nosotros logramos construir esta memoria imborrable, exhorto a los viajeros que me leen que siempre que puedan aprovechen la oportunidad de salir de la rutina y el entorno para llegar un poco más allá y crear memorias de cualquier tipo con las personas que más valoramos. Tal vez una conversación importante de padres a hijos o viceversa, entre amigos, con pareja y hasta con recién conocidos. A veces hasta para uno mismo si viaja en solitario. Cuando lo hacemos así estas interacciones toman fuerza por el contexto en que se dan y tienden a vivir siempre en el recuerdo dónde la mayoría de los sucesos vividos se pierden con el paso del tiempo, adicional a que luego de que se concretan, siempre una parte de uno queda viva en el destino dónde se viven a la vez una parte de ese destino quedará atesorado en nosotros para siempre a pesar de que no regresemos físicamente a el.
Autor: Edwin Carlo Robles (Miembro de Crece Travel)